jueves, noviembre 30, 2006

miércoles, noviembre 29, 2006

Los hijos pródigos

“When I was your age they used to say you could become cops or criminals.
What I'm saying to you is this... When you're facing a loaded gun,

what's the difference?”

Frank Costello

Los Infiltrados podría inscribirse en ese subgénero del policial que es el policial construido con montaj
e paralelo -en la tradición de Fuego contra Fuego de Michael Man-, pero para qué hablar de esto... si a fin de cuentas: hablamos de Scorsese.
Y el cine de Scorsese, aunque digan que quiere un Oscar, siempre evade la clasificación fác
il -aunque digan que se traicionó-, aunque digan que está viejo y aggiornado.

La visión de Marty es la de un hombre entre dos mundos, la de alguien que carga la cruz de no encajar. Siempre –siempre-, Marty divide el mundo en series de binomios: la Iglesia y las calles; la familia y el barrio; la virgen y la puta; el cielo y la tierra; los buenos, los malos; policías y criminales; los tanos y los negros; los ricos, los pobres; la lealtad y la traición. Pero entonc
es, cuando todo ya está ordenado y prolijo, Marty arroja a sus criaturas a mitad de camino entre los polos y, como el buen Dios que es, les otorga el terrible libre albedrío desatando tormentas –como la de Cristo en el desierto-. Los Infiltrados continúa esta aristotélica tradición y está radicalmente dividida en dos: la historia de Billy Costigan y la de Colin Sullivan, que son dos y son el mismo. Y aquí también, Scorsese prende la licuadora y derrumba las seguridades.

Identidad. Este es el tema que cruza la película. ¿Quién es quién en el juego de máscaras? ¿Quién puede decirme quién soy? Cuando sus superiores le proponen la misión de infiltrarse en el terreno del capomafia barrial de turno, Costello, le preguntan a Billy: ¿Querés ser policía, o querés parecer un policía? Porque no es lo mismo. No, no es lo mismo. Y Billy lo sabrá; pero entenderá, además, que uno también es lo que parece ser.
El cielo es aquello que sólo podemos mirar. Y el infierno está en la tierra. Dios se esconde detrás de cámara, pero delante de ella hay un demonio que no deja de bailar: la malignidad de las cejas de Nicholson lo ubican en su lugar. Es un padre para los dos chicos, y es como un padre para todas las chicas de Boston Town. Pocas cosas escapan a la amplitud de su campo visual –al fin y al cabo no es Dios-, y su desmesura le alcanza para jugar en más de una can
cha a la vez. Manchado de sangre -porque la suya es una misión terrenal, y todo en la tierra se mancha de sangre-, se coge a la negra y la blanca.
De fondo: la cúpula de la Iglesia de Boston. De fondo está aquella Meca que se puede más que mirar –y Sullivan se elige un derpa cuyo balcón se lo enrostra constantemente-, porque aquí, en el m
undo sublunar, todo está viciado. El cielo es aquello que sólo miramos -¿y nos mira?-, pero Marty tiene claro –viejo y tanguero nomás- que ni es cielo ni es azul. La identidad es aquello que no puede perderse porque uno siempre es lo que es –así como hegelianamente siempre se es lo que no se es-. Sin embargo, lo único que quiere el pobre de Billy es recuperar la que piensa perdida: la de aquel que era, o pudo haber sido: un prolijo cadete de la policía estatal. Curioso que tenga que morir para conseguirlo. Curioso que su búsqueda del yo –porque de eso se trata, ¿no?- se encamine a través de una psiquiatra. Billy quiere ser quien era, quiere ser quien es, y escribe una carta que –sí, Lacan también habita esta película- sólo llega a destino cuando llega a destino. Claro, lo sabemos: las cartas siempre llegan.




sábado, noviembre 25, 2006

correspondencia

"Lo demás anda muy bien, aunque no escapará a tu mestiza astucia que el mar se está picando. Mi situación, tanto emocional como financiera, me habilita para pagarle un cortado a algún sobreviviente del campo popular, de modo que por esta vía o teléfono espero tu llamado. Puede ser con medialuna, pero de grasa." Un personaje encantador.

FUBA

Sorín les dijo la verdad: quieren la privatización. La verdad, la FUBA da verguenza. Y ayer hubo esto.

llamado a la solidaridad

Tengo una adicción terrible que me consume la vida. Creo haber escuchado alguna vez que el primer paso a dar en estos casos es el del reconocimiento de la propia enfermedad. Ahora bien, sucede que no sé si quiero curarme –supongo que le pasa a la mayoría de los adictos-, y eso debe ser parte de la enfermedad. No más suspense: no puedo parar de comprar libros. Tengo un fetiche desmesurado. Es terrible. No sé que podré hacer. Me corrijo: el fetiche no es comprarlos sino simplemente tenerlos; tener –conseguir- libros nuevos. Mirar –oler- sus tapas brillosas u opacas. No trabajo en ningún medio ni tengo curro editorial –me encantaría-, así que tengo que comprarlos poniendo en serio riesgo mi subsistencia. No me ayuden, no quiero.

mini

No quiero decir que no me haga gracia. Pero, ¿soy el único al que lo pone un poco incómodo que en Duro de Domar tengan un “hombre pequeño” haciendo de bufón para que todos nos deleitemos?

martes, noviembre 21, 2006

"Tanto la mímica y la realidad bruta como los sueños y los mecanismos de la memoria, son hechos casi pre–humanos, o que se hallan en las fronteras de lo humano: en cualquier caso, pre–gramaticales y fundamentalmente pre–morfológicos (los sueños aparecen al nivel del inconsciente, y también los mecanismos mnemónicos; la mímica es un signo de extrema elementalidad civil, etc.). El instrumento lingüístico sobre el cual se implanta el cine es por tanto de tipo irracional.: y esto explica la profunda calidad onírica del cine, y también su absoluta e imprescindible concreción, digamos, objetal."
Pier P. Pasolini

lunes, noviembre 20, 2006

por ahí estoy aprendiendo

En ese movimiento esencial del espectáculo, que consiste en incorporarse todo lo que en la actividad humana existía en estado fluido para poseerlo en estado coagulado como cosas que han llegado a tener un valor exclusivo por su formulación en negativo del valor vivido, reconocemos a nuestra vieja enemiga, que tan bien sabe presentarse al primer golpe de vista como algo trivial que se comprende por sí mismo, cuando es por el contrario tan compleja y está tan llena de sutilezas metafísicas, la mercancía.
Guy Debord

3. En particular, en el tema del Rock, me llaman la atención los niveles que alcanza la institucionalización del Punk. No hice ninguna estadística, pero con sólo mirar un poco de Mtv alcanza. Lo curioso de todas las bandas Neo Punk o Emo Punk -o no sé cómo se podrán llamar-, es que no dejan de lado la mayoría de los elementos distintivos del género. Ni la vestimenta, ni la actitud. Y era el core mismo: estaba en las profundidades del espíritu rocker. Todo esto remite irremediablemente al tema del mercado, la vanguardia y toda una cosa demasiado intrincada como para que yo me meta ahora. La sensación que tengo es que igualmente, en la música –en el Rock-, el problema de la institucionalización del arte -de la asimilación-, se presenta como un caso extremo; doblemente extremo si pensamos el carácter contestatario que tuvo como movimiento cultural.

It was fun for a while
There was no way of knowing
Like dream in the night
Who can say where we´re going
No care in the world
Maybe i´m learning
Why the sea on the tide
Has no way of turning
More than this - there is nothing
More than this - tell me one thing
More than this - there is nothing

domingo, noviembre 19, 2006

how do i feel

Those who came before me
Lived through their vocations
From the past until completion
They'll turn away no more
And I still find it so hard
To say what I need to say
But I'm quite sure that you'll tell me
Just how I should feel today

Tell me, how do I feel
Tell me now, How do I feel



Estoy volviendo...

En los últimos meses estuve leyendo y pensando con cierta circularidad sobre algunos temas. Si empiezo a escribir más seguido es probable que vuelva sobre ellos con alguna intención de profundizar.

1. Me compré el último número de la revista “Lucha Armada en la Argentina”. La verdad es que no tenía demasiadas expectativas pero me gustó. La compré en principio porque me llamó la atención una nota sobre Roberto Quieto, uno de los fundadores de Montoneros que desapareció en medio de episodios muy extraños y sobre los que se corrieron varias versiones. En fin: no me develó el misterio, pero un poco aprendí. La revista tiene un tono curioso. Toma una distancia más o menos evidente con el foquismo y la lucha armada, intentando igualmente una reivindicación de la militancia. Entre ambigüedades se confunden un poco los discursos de los autores con los de aquellos que son objeto de discusión –que por otra parte son muchas veces los autores-, lo que le da cierto cariz delirante y anacrónico. De todas formas, me parece que es esto mismo lo que la hace interesante, sobre todo desde un afán “documental”.

2. Después de mucha reflexión, llegué a la conclusión de que el Rock murió. Así como suena: “el Rock ha muerto” y parezco una suerte de profeta nieztchepappeano. Más allá de lo cliché que pueda sonar –sé que no es nada genial esto que digo-, estoy casi seguro de que el nivel de institucionalización del Rock -vía MTV y derivados-, acabó por derrumbar el sentido que en algún momento portaba como elemento contestatario. Si alguna vez fue un factor clave en la definición de identidades, rupturas generacionales y espacios culturales, hoy srólo representa aquello a la manera de una fasa –en el sentido Brumariano-. Repito algo: no es una novedad, pero de vez en cuando me impresiona pensarlo. También es triste.

domingo, noviembre 12, 2006

hace tiempo que no escribo. hace tiempo no se me ocurría nada. ahora tengo algunas cosas en mente, pero todavía no es el momento. ya tendré ganas...

martes, noviembre 07, 2006

Nada detrás de la nada, de la nada detrás no hay nada. No hay nada detrás de la nada, nada nada, detrás no hay nada. No hay nada, no hay nada, no hay nada, no hay nada detrás de la nada. No hay nada detrás, no hay nada. No hay nada, detrás, nada, nada. Detrás no hay nada, nada nada nada nada, detrás no hay nada.

miércoles, noviembre 01, 2006