llamado a la solidaridad
Tengo una adicción terrible que me consume la vida. Creo haber escuchado alguna vez que el primer paso a dar en estos casos es el del reconocimiento de la propia enfermedad. Ahora bien, sucede que no sé si quiero curarme –supongo que le pasa a la mayoría de los adictos-, y eso debe ser parte de la enfermedad. No más suspense: no puedo parar de comprar libros. Tengo un fetiche desmesurado. Es terrible. No sé que podré hacer. Me corrijo: el fetiche no es comprarlos sino simplemente tenerlos; tener –conseguir- libros nuevos. Mirar –oler- sus tapas brillosas u opacas. No trabajo en ningún medio ni tengo curro editorial –me encantaría-, así que tengo que comprarlos poniendo en serio riesgo mi subsistencia. No me ayuden, no quiero.
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