El otro día vi un pedazo de TVR (televisión registrada). Hay una sección en la que le hacen la misma entrevista a dos personas con profesiones o características opuestas para remarcar el contraste en sus respuestas. Esta vez, ponían a una modelo y a una estudiante de filosofía de aproximadamente la misma edad. Sus respuestas fueron, es cierto, muy distintas. Pero ¿podemos decir lo mismo de sus actitudes? Como era previsible, los conductores se encargaron luego de burlarse de la ignorancia de la chica de la escuela de modelos, mientras hacían comentarios obvios sobre la distancia entre las dos. Antes habían pasado un informe con imágenes de varios programas en las que los noteros le hacían a jóvenes estudiantes de distintas instituciones y condición, preguntas de cultura general que contestaron con errores groseros. Luego de los dos informes, le quedaba al espectador la ineludible tarea de reflexionar sobre “lo mal que anda la juventú”, “lo ignorantes que son los pibes” y “lo mal que está la escuela”. Todo esto puede ser más o menos cierto, pero me interesa volver a la entrevista cruzada entre la modelo y la filósofa en potencia.
No es muy difícil reírse de las respuestas de la modelo que no supo quién era el ministro de educación, pidió “chicos eso no” cuándo le preguntaron qué era la filosofía, y dijo que la moda era gente que –como ella- se copiaba de lo que se ponían los demás. Pero, ¿fue de verdad tan distinto lo que dijo la chica Puán? Para empezar contestó algo muy pero muy debatible –aunque estoy tentado de decir descartable- a la pregunta “¿Qué es la filosofía?”. Con mucha seguridad dijo que “una ciencia”. Luego, a preguntas como “¿Qué programa de televisión ves?”, “¿Qué radio escuchas?” y “¿Qué diario lees?” respondió que: No ve televisión, no escucha mucha radio pero cuando escucha, escucha Rock and Pop y que lee “Barcelona”. A la pregunta sobre el último libro que leyó contestó -con un error que no importa remarcar- que Crimen y Castigo, de Dostoievski. No nos detendremos a discutir si es inteligente caracterizar al Che Guevara como una persona que luchó por los derechos de todos en Latinoamérica –y ni falta hace mencionar que la modelito dijo “un dictador”-; lo importante para mi, es destacar que la diferencia que el programa intenta subrayar entre las dos, es sólo aparente. Para empezar, me genera suspicacias que se haya dispuesto a la entrevista, pero puedo dejar esto en el campo de la duda; el caso es que la chica de filosofía contestó con la misma frivolidad que la modelo preguntas francamente idiotas. En realidad, a nadie debería preocuparle que la modelo se comporte como una caricatura de modelo, pero sí es mucho más preocupante que el celebrado discurso pseudointelectual de la filosofa sea así de superficial:
Es cliché absurdo pensar que los filósofos o intelectuales no deben mirar televisión –o que no lo hacen-. Despreciar así a la televisión es negar la posibilidad de pensar el presente, y quitarle la importancia que de hecho tiene en una cultura como la nuestra. –Oh!… no puedo evitarlo, la pulsión es muy poderosa: ¿Por qué una chica que no ve televisión dispondría su tiempo para ser entrevistada en un programa cool de televisión SOBRE LA TELEVISIÓN- .
Decir que lee Barcelona es un patético intento de representarse a si misma como intelectual díscola y, de nuevo, cool. Barcelona puede ser muy graciosa, pero no es un diario. Si no lee los diarios que se anime a decirlo, como lo dijo la modelo.
¿Así que lee Crimen y Castigo? Eso está muy bien, ¿algún otro cliché para ilustrarnos?
¿Puede ser tan chato el discurso de algunos estudiantes universitario? Si fuera verdad que sus respuestas e ideas son representativas de las de aquellos con quienes comparte las aulas, entonces ahí hay algo de lo que preocuparnos. Si una modelo es ingenua y tontita, bien nos reiremos un rato; pero ¿qué debemos hacer cuándo los intelectuales universitarios -aquellos de quienes sí deberíamos poder esperar alguna señal de vida cerebral- son igual de ingenuos repitiendo fórmulas fáciles que gozan de tan buena recepción?